Preservar la salud ocular es crucial no solo para poder ejecutar nuestras actividades cotidianas, sino también para garantizar nuestra seguridad y nuestro bienestar emocional.
No obstante, hay quienes no le prestan la debida atención hasta que su visión se ve comprometida. Informarse sobre los defectos visuales más comunes es el primer paso hacia su prevención.
En este artículo, exploramos los 4 errores de refracción más comunes y explicamos de qué maneras pueden ser prevenidos o mitigados. ¡Buena lectura!
Astigmatismo, hipermetropía, presbicia y miopía son los defectos de la vista más frecuentes. Conozcamos en qué consisten y cuáles son sus particularidades.
Se trata de un error de refracción que aparece como consecuencia del envejecimiento del cristalino, una estructura transparente que funciona como una lente natural del ojo y es la encargada de enfocar los objetos situados a diferentes distancias.
Cuando el cristalino se endurece y pierde flexibilidad, se hace cada vez más difícil enfocar objetos cercanos, que se perciben como borrosos o desenfocados.
La presbicia es un proceso natural y fisiológico que atraviesan todas las personas y que, en líneas generales, aparece entre los 40 y los 45 años.
Entre los síntomas de este defecto de la vista se encuentran dificultad para enfocar objetos cercanos, fatiga visual, necesidad de alejar los objetos para verlos mejor, ojo seco, lagrimeo y dolores de cabeza que aparecen luego de leer o realizar actividades que requieren fijar la visión.
En un ojo anatómicamente perfecto, la córnea (la capa frontal transparente del ojo) y el cristalino no tienen una curvatura uniforme y perfectamente redonda, similar a la forma de una pelota de básquet. Así, permiten que la luz se enfoque en un solo punto de la retina (la parte sensible a la luz en la parte posterior del ojo), produciendo una visión nítida.
Por el contrario, en un ojo con astigmatismo, la córnea o el cristalino tienen una forma anormal, aplanada en los extremos, similar a una pelota de rugby. Esto provoca que los rayos de luz no se refracten uniformemente y que se generen dos imágenes diferentes.
La superposición de estas imágenes provoca visión borrosa o distorsionada tanto en distancias cortas como medias y largas.
Además de ver borrosos los objetos a diferentes distancias, quienes tienen astigmatismo experimentan dolor de cabeza, fatiga visual, enrojecimiento, picazón y sensación de arenilla. Además, a menudo necesitan entrecerrar los ojos para ver más claramente.
La miopía es un defecto visual que provoca que los objetos que están lejanos se vean borrosos.
Para ver correctamente, la córnea y el cristalino enfocan los rayos de luz sobre la capa posterior del globo ocular, llamada retina. A su vez, la retina envía una señal eléctrica por medio del nervio óptico hacia el cerebro, generando el fenómeno que conocemos como visión.
Cuando alguien es miope, los rayos de luz no refractan en la retina, sino que se enfocan delante de ella, haciendo que los objetos se vean borrosos.
Este error de refracción puede ser ocasionado porque el ojo es más largo que lo normal entre la parte trasera y la delantera, o bien porque la córnea tiene una curvatura muy pronunciada.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la miopía es el problema de visión más frecuente, ya que afecta a 2.600 millones de personas.
Por otro lado, de acuerdo con los especialistas, en 2050 el 50% de la población mundial será miope como consecuencia del exceso del uso de la visión de cerca, fenómeno que se asocia directamente a la utilización de dispositivos electrónicos.
Visión borrosa de los objetos lejanos, parpadeo frecuente, fatiga ocular, dolores de cabeza y necesidad de acercar los elementos y/o de entrecerrar los ojos para ver con claridad son algunos de los síntomas más habituales de la miopía.
Se trata de un error de refracción que provoca que el ojo no enfoque correctamente la luz, haciendo que los objetos cercanos se vean borrosos.
Para ver de manera clara, los rayos de luz atraviesan la parte delantera del ojo, donde se encuentran el cristalino y la córnea. Estas estructuras ayudan a que la luz llegue a la retina. Cuando se padece hipermetropía, en vez de apuntar a la retina, la luz se dirige detrás de ella.
Este defecto visual puede aparecer porque el ojo es más corto de lo habitual, debido a que la potencia óptica del cristalino está reducida o bien porque la córnea es demasiado plana.
Entre los síntomas habituales de la hipermetropía encontramos percepción borrosa de los objetos cercanos, dolor de cabeza, fatiga visual, picazón o dolor en los ojos, enrojecimiento ocular y necesidad de entrecerrar los ojos para ver mejor de cerca.
Si bien no se puede prevenir la aparición de estos defectos visuales, ya que están relacionados con la anatomía o el funcionamiento del ojo (miopía, astigmatismo e hipermetropía), o bien con su proceso de envejecimiento natural (presbicia), existe una estrategia que ayuda a ralentizar su avance y/o mitigar sus consecuencias negativas. Estamos hablando de los controles visuales.
Realizar chequeos de la vista de manera periódica es clave para cuidar la salud visual. A través de ellos es posible identificar enfermedades visuales y problemas de refracción, así como vigilar si es necesario corregir la graduación de los lentes recetados, entre otros beneficios.
En estos controles, realizados exclusivamente por médicos oftalmólogos, se evalúan la refracción, la agudeza visual, la presión ocular y la salud ocular general, a fin de constatar si existen anomalías en la visión.
Si bien no realizamos exámenes visuales, en Digital Óptica cuidamos tu salud ocular. Lo hacemos poniendo a tu disposición lentes de contacto y cristales graduados que mejoran tu visión y tu calidad de vida. Entrá en contacto con nosotros.